SOBICAIN

Centro Bíblico San Pablo

SOBICAIN / Centro Bíblico San Pablo

Biblia Latinoamérica

1 El rey de Egipto reunió un ejército tan numeroso como la arena que está a orilla del mar; juntó también muchos barcos, porque quería apoderarse del reino de Alejandro por la astucia, para así agregarlo a su propio reino. 2 Emprendió el camino a Siria con muy buenos pretextos; la gente le abría las puertas de sus ciudades y salían a recibirlo, porque el rey Alejandro había dado la orden de que acogieran bien a su suegro. 3 Pero en cuanto entraba a las ciudades, Tolomeo instalaba allí a sus propios soldados. 4 Cuando se aproximaba a Azoto, le mostraron el templo de Dagón que había sido incendiado. Azoto y sus alrededores habían sido devastados, los cadáveres yacían por el suelo, como también los restos de los que había quemado Jonatán durante la guerra; los habían amontonado a lo largo del camino que seguía el rey. 5 Contaron al rey lo que había hecho Jonatán para que lo condenara, pero el rey se quedó callado. 6 Jonatán fue pues al encuentro del rey en Jope con un hermoso cortejo; intercambiaron saludos y pernoctaron en ese lugar. 7 Jonatán acompañó al rey hasta el río llamado Eleuterio y luego regresó a Jerusalén.

8 El rey Tolomeo, por su parte, se adueñó de las ciudades de la costa hasta Seleucia marítima, con malas intenciones respecto a Alejandro. 9 Envió embajadores donde el rey Demetrio, para que le dijeran: «Ven, hagamos una alianza, te daré a mi hija, que di antes a Alejandro, y tú reinarás en el reino de tu padre. 10 Estoy arrepentido de haberle dado a mi hija, porque quiso asesinarme». 11 Le hacía esas imputaciones, pero en realidad sólo quería apoderarse de su reino. 12 Apenas recuperó a su hija, la dio a Demetrio y cambió de actitud con Alejandro, manifestándose públicamente su enemistad. 13 Tolomeo entró en Antioquía y se coronó rey de Asia: pasaba a ser dueño de ambos reinos, Egipto y Asia.

14 El rey Alejandro estaba por ese entonces en Cilicia, porque la gente de esa región se había rebelado. 15 Al enterarse de todo, Alejandro vino a presentar batalla a Tolomeo; Tolomeo salió a enfrentársele con un poderoso ejército que lo puso en fuga. 16 Alejandro corrió a refugiarse en Arabia, mientras el rey Tolomeo salía triunfante. 17 Ante eso, el árabe Zabdiel le cortó la cabeza a Alejandro y se la envió a Tolomeo.

18 Tres días después murió también el rey Tolomeo, y los egipcios que ocupaban las ciudades fortificadas fueron masacrados por sus habitantes. 19 De esta manera Demetrio obtuvo el reinado el año ciento sesenta y siete. 20 Por esos días Jonatán reunió a la gente de Judea para atacar la ciudadela de Jerusalén, dispuso contra ella numerosas máquinas de guerra. 21 Entonces un pequeño número de renegados, que odiaban a su nación, fueron a ver al rey para avisarle que Jonatán sitiaba la ciudadela. 22 Al saberlo el rey, montó en cólera. Inmediatamente se puso en camino y llegó a Tolemaida. Desde allí escribió a Jonatán que levantara el sitio y que fuera inmediatamente a verlo a Tolemaida para conversar con él.

23 Después de haber recibido la carta, Jonatán ordenó continuar con el sitio. Luego eligió a algunos compañeros, a ancianos de Israel y a sacerdotes, y no tuvo miedo de afrontar personalmente el peligro. 24 Llevando consigo plata, oro, trajes y muchos otros regalos, se presentó ante el rey en Tolemaida y se ganó su favor. 25 Algunos renegados de su pueblo lo acusaron de toda clase de cosas, 26 pero el rey se portó con él igual que sus predecesores y lo honró en presencia de todos sus Amigos. 27 Lo confirmó en el cargo de sumo sacerdote, en todas las demás distinciones que había recibido y lo agregó al número de los primeros amigos del rey. 28 Jonatán pidió al rey que dispensara de los impuestos a Judea y a los tres distritos de Samaría; le prometió en cambio trescientos talentos de plata. 29 El rey lo aceptó y mandó redactar una carta en estos términos:

30 «El rey Demetrio saluda a su hermano Jonatán y a la nación de los judíos. 31 Aquí encontrarán copia de la carta que acabamos de escribir a nuestro pariente Lástenes respecto de ustedes. Conózcanla pues: 32 «¡El rey Demetrio saluda a Lástenes, su padre! 33 Queremos hacerle el bien a la nación de los judíos en vista de sus buenos sentimientos hacia nosotros. Son amigos nuestros y se han comportado correctamente con nosotros. 34 Confirmamos su autoridad sobre la Judea y los tres distritos de Aferena, Lida y Ramataim; han sido quitados a Samaría y anexados a Judea con todos sus alrededores para beneficiar a todos los que sacrifican en Jerusalén. En cambio recibiremos las tasas reales que recibía antes anualmente el rey sobre los productos de la tierra y las frutas de los árboles 35 Pero los eximimos totalmente de los diezmos y de los impuestos que percibíamos por las lagunas salinas, así como también de las otra tasas reales. 36 No se cuestionarán nunca más estos privilegios. 37 Haz, por favor, una copia que entregarás a Jonatán, para que sea puesta en el Cerro Santo, en un lugar bien visible».

38 Viendo el rey Demetrio que el país estaba en paz y que no tenía que temer ninguna oposición, disolvió todas sus tropas y cada cual se fue a su casa, con excepción de las tropas extranjeras que había reclutado en las islas. Se atrajo así el odio de todas las tropas que había heredado. 39 Al ver que todo el ejército murmuraba en contra de Demetrio, Trifón, que había pertenecido antes al partido de Alejandro, fue a ver al árabe Imalcué que educaba a Antíoco, el joven hijo de Alejandro. 40 Lo convenció de que le entregara al niño para hacerlo reinar en lugar de su padre; le contó todo lo que Demetrio había hecho y el odio de sus tropas contra él, y permaneció allí largos días.

41 Por ese mismo tiempo Jonatán pidió al rey Demetrio que retirara las tropas de la ciudadela de Jerusalén y de las demás fortalezas, porque estaban siempre en guerra con Israel. 42 Demetrio le mandó esta respuesta: «No sólo haré eso por ti y por tu nación, sino que te colmaré de honores, como también a tu nación, en cuanto tenga la oportunidad. 43 Pero por ahora harías muy bien mandándome tropas, porque todos mis ejércitos me abandonaron».

44 Jonatán le envió a Antioquía tres mil de los mejores hombres y el rey quedó muy feliz al verlos llegar. 45 Cerca de veinte mil habitantes se reunieron en el centro de la ciudad con la intención de dar muerte al rey. 46 Demetrio se refugió en el palacio mientras los habitantes ocupaban las calles de la ciudad y empezaban el ataque. 47 Entonces el rey llamó a los judíos en su ayuda. Se agruparon estos alrededor de él y luego se dispersaron por la ciudad; mataron ese día cerca de cien mil hombres. 48 Incendiaron la ciudad y juntaron ese día un considerable botín; salvaron al rey. 49 Cuando los habitantes de la ciudad vieron que los judíos eran dueños de la ciudad, depusieron su entereza y volvieron donde el rey con gritos suplicantes: 50 «¡Tiéndenos la mano y que los judíos dejen de maltratarnos a nosotros y a la ciudad!»

51 Depusieron las armas e hicieron la paz; para los judíos fue un motivo de gran gloria, tanto a los ojos del rey como de los habitantes de su reino. Regresaron luego a Jerusalén llevando un rico botín; 52 el trono de Demetrio se mantuvo firme y el país quedó en paz bajo su autoridad. 53 Pero luego faltó a todas sus promesas. Cambió de actitud con respecto a Jonatán; se olvidó de los servicios que le había prestado y lo humilló de mil maneras.

54 Trifón regresó por ese entonces, trayendo consigo a Antíoco que todavía era un niño; lo proclamó rey y le puso la corona. 55 Se le juntaron todas esas tropas que habían sido licenciadas por Demetrio, y combatieron a éste, quien salió huyendo y fue derrotado. 56 Trifón se apoderó de los elefantes y ocupó Antioquía. 57 Entonces el joven Antíoco escribió esta carta a Jonatán: «Te confirmo en el cargo de sumo sacerdote; te pongo al frente de las cuatro provincias y te cuento entre los Amigos del rey». 58 Al mismo tiempo le mandó unos vasos de oro, un servicio de mesa con la autorización de beber en una copa de oro, vestirse de púrpura y llevar un broche de oro. 59 A su hermano Simón, por otra parte, lo designó general desde la Escala de Tiro hasta las fronteras con Egipto.

60 En vista de eso salió Jonatán y se puso a reconocer el territorio y las ciudades que estaban más al oeste del Río. Todas las tropas de Siria se pusieron a su lado para luchar detrás de él. Llegó a Ascalón, donde los habitantes lo recibieron magníficamente. 61 Desde allí se dirigió a Gaza, pero Gaza le cerró las puertas; la sitió y condenó al fuego y al pillaje sus alrededores. 62 Como los habitantes de Gaza le pidieran la paz, se la concedió, pero tomó como rehenes a los hijos de sus jefes y los mandó a Jerusalén. Así fue como recorrió toda la región hasta Damasco.

63 Supo Jonatán que los generales de Demetrio estaban en Cadés de Galilea con un numeroso ejército, decididos a quitarle su cargo. 64 Marchó pues a su encuentro, después de haber dejado el país a cargo de su hermano Simón. 65 Simón avanzó hasta Bet-Sur, le puso sitio y dejó encerrados a sus habitantes. 66 Le solicitaron entonces la paz, la que les concedió, pero los hizo salir de la ciudad, y después de haber tomado posesión de ella, dejó allí una guarnición. 67 Jonatán y su ejército acamparon cerca de las aguas de Genesaret y a la mañana siguiente llegaron a la llanura de Azor. 68 El ejército de los extranjeros marchaba delante de él en la llanura, pero habían mandado unas tropas a los cerros para tomar a Jonatán por la espalda; los otros mientras tanto se dirigían de frente contra los judíos.

69 Cuando los hombres de la emboscada salieron de su escondite y emprendieron el ataque, 70 todos los que rodeaban a Jonatán salieron huyendo, menos sus dos generales, Matatías, hijo de Absalón y Judas, hijo de Calfi. 71 Entonces Jonatán rasgó sus ropas, se echó polvo en la cabeza y oró. 72 Luego se lanzó al combate, los hizo retroceder y huir. 73 Al ver eso, sus hombres que habían huido volvieron donde él, y juntos persiguieron al enemigo hasta Cadés, donde estaba el campamento de éste; establecieron su campamento allí mismo. 74 El ejército de los extranjeros perdió ese día tres mil hombres; Jonatán, por su parte, regresó a Jerusalén.

  • Primer Libro de los Macabeos 10,30
  • Segundo Libro de los Macabeos 11,17
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