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18 - En la casa del alfarero
Introducción1 - Jeremías es llamado por Dios 2 - Las infidelidades de Israel 3 - ¿Y pretendes volver a mí? 4 - Si quieres, puedes volver 5 - Motivos de la invasión 6 - Visión del sitio de Jerusalén 7 - El Templo de Yavé, falsa seguridad 8 - Amenazas, lamentaciones, avisos 9 - La verdadera sabiduría 10 - Los ídolos y el Dios verdadero 11 - Jeremías defiende la reforma de Josías 12 - ¿Por qué tienen suerte los malos? 13 - El cinturón en el río y los cántaros rotos 14 - La gran sequía 15 - Los desastres de la guerra 16 - No te busques esposa 17 - Pecado de idolatría y su castigo 18 - En la casa del alfarero 19 - El jarro roto 20 - Me has seducido, Yavé 21 - Respuesta a los enviados de Sedecías 22 - Primero, la justicia 23 - El buen pastor 24 - Los dos canastos de higos 25 - Anuncio de los setenta años de destierro 26 - Arresto y juicio de Jeremías 27 - Jeremías anda llevando un yugo 28 - Jeremías y Ananías 29 - ANUNCIOS DE FELICIDAD Carta de Jeremías a los desterrados 30 - Promesa de restauración de Israel del Norte 31 - Israel volverá a su patria 32 - Jeremías compra un campo 33 - Nueva promesa de restauración 34 - El destino de Sedecías 35 - Ejemplo de los recabitas 36 - LOS SUFRIMIENTOS DE JEREMÍAS El rollo quemado 37 - Sedecías consulta a Jeremías 38 - Sin título39 - Caída de Jerusalén y suerte de Jeremías 40 - Godolías, gobernador 41 - Reacción contra Ismael 42 - Sin título43 - Jeremías anuncia la invasión de Egipto 44 - Ultimas advertencias de Jeremías 45 - Palabras de consuelo para Baruc 46 - PROFECÍAS CONTRA LAS NACIONES EXTRANJERAS Contra Egipto 47 - Contra los filisteos 48 - Contra Moab 49 - Contra los amonitas 50 - Caída de Babilonia y liberación de Israel 51 - El Señor, contra Babilonia 52 - La toma de Jerusalén
Versículo
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En la casa del alfarero

1 Aquí viene una palabra que Yavé dirigió a Jere mías: 2 «Levántate y baja a la casa del que trabaja la greda; allí te haré oír mis palabras.»

3 Bajé, pues, donde el alfarero que estaba haciendo un trabajo al torno. 4 Pero el cántaro que estaba haciendo le salió mal, mientras amoldaba la greda. Lo volvió entonces a empezar, transformándolo en otro cántaro a su gusto.

5 Yavé, entonces, me dirigió esta palabra: 6 «Yo puedo hacer lo mismo contigo, pueblo de Israel; como el barro en la mano del alfarero, así eres tú en mi mano.

7 A veces yo hablo respecto de algún reino o de alguna nación, amenazando con destruir y arrancar. 8 Mas ellos cambian su proceder, dejando la maldad que yo denunciaba. Entonces, yo también cambio mis proyectos y ya no les quiero causar ningún mal.

9 Otras veces, yo hablo respecto de alguna nación, o de algún reino, prometiendo edificar y plantar. 10 Mas ellos hacen lo que me desagrada y dejan de escuchar mi voz. Entonces yo también me arrepiento y ya no quiero hacerles el bien que prometía.

11 Pues bien, oigan lo que dice Yavé a la gente de Judá y a los habitantes de Jerusalén: Sepan que yo estoy preparando contra ustedes una desgracia. Arrepiéntanse cada uno de su mal proceder, y mejoren su conducta y sus obras.»

12 Pero ellos respondieron: «¡Basta! Nosotros haremos según nos parezca.» Y cada uno sigue sus propias ideas, por malas que sean.

Mi pueblo me ha olvidado

13 Debido a todo esto, así habla Yavé: Averigüen entre las naciones y vean si alguien oyó cosa semejante: una cosa horrible ha hecho la virgen de Israel.

14 ¿Han visto ustedes que haya desaparecido de las altas cumbres la nieve del Líbano, o que se hayan secado las aguas poderosas, frescas y corrientes?

15 ¡Y bien, mi pueblo me ha olvidado y quema incienso a cosas que no valen nada! Lo han desviado de sus caminos, de sus viejos senderos, para tomar caminos horrorosos, rutas intransitables.

16 Lograrán que su país se vuelva un desierto, un objeto de risa eterna: todo el que pase quedará sorprendido de eso y meneará la cabeza. 17 Como si fuera el viento de oriente, los desparramaré frente al enemigo. La espada y no la cara les mostraré, en el día de su calamidad.

Con ocasión de un atentado contra Jeremías

18 Ellos decían: «Vengan, tramemos un atentado contra Jeremías, porque no por eso van a faltar sacerdotes que nos digan la Ley, ni sabios que den consejos, ni profetas que transmitan palabras de Yavé. Vengan, debemos contradecirle y no hacer más caso a todas sus palabras.»

19 Atiéndeme, Yavé,

mira lo que dicen mis adversarios.

20 ¿Acaso se paga mal por bien?

¿Y cómo es que ellos están haciendo un hoyo para mí?

Recuérdate cómo me presenté a ti

para hablarte en su favor

y para apartar de ellos tu ira.

21 ¡Entrega, pues, sus hijos al hambre,

déjalos a merced de la espada!

Que sus mujeres se queden sin hijos ni maridos.

¡Que sus esposos sean muertos por la peste

y sus jóvenes atravesados por la espada en la guerra!

22 Que se oigan salir gritos de sus casas

cuando tú envíes, de repente, contra ellos,

bandas de salteadores,

ya que han cavado una fosa para cazarme

y han escondido trampas por donde yo paso.

23 Tú, Yavé, conoces en detalle

sus planes asesinos contra mí.

No perdones su crimen

ni se te olvide su pecado.

¡No pierdas de vista su destrucción,

cuando se desate tu cólera, actúa, no más, contra ellos!

  • Génesis 2,7
  • Isaías 64,7
  • Génesis 6,6
Jer 18,1

En varios lugares de la Biblia, la comparación del alfarero se usó para expresar que Dios es dueño absoluto y conduce a su voluntad la vida de todos: individuos y naciones (ver Is 29,16 y Rom 9,30). Aquí, la misma comparación sirve para dar otra enseñanza que completa la primera: que el hombre es libre.

Si ellos cambian su proceder..., yo también cambio mis proyectos (8). A cada momento, uno puede convertirse, y Dios actuará como corresponde. No hay un plan de Dios escrito de antemano, de manera que estemos obligados a cumplirlo, empujados al bien o al mal por algún destino fatal. Dios nos crea a cada momento y ejecuta su plan sobre el mundo recreando cada día la relación libre que mantiene con nosotros. La Biblia mantiene esas dos afirmaciones: que a Dios nada se le escapa, y que al mismo tiempo somos libres.

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