1 Job tomó la palabra y dijo: 2 «¡Todos deben pensar como ustedes
y con ustedes morirá la sabiduría!
3 Pero yo no tengo menos experiencia:
¿quién no sabe todo lo que han dicho?
11 Al oyente le corresponde criticar,
igual que al paladar saborear lo que come.
12 ¿No se halla entre ancianos la sabiduría
y la inteligencia donde hay muchos años?
Pero he pasado a ser objeto de risa para mi amigo,
yo que clamo a Dios y no me responde.
¡Motivo de risa es el hombre intachable!
“Desprecio al desdichado”, así juzga el satisfecho;
“un golpe más a quien vacila”.
Los salteadores viven tranquilos en sus casas,
pueden provocar a Dios con toda seguridad,
se lo han echado al bolsillo.
¿Quieres preguntárselo a las bestias? te instruirán.
Pregúntaselo a las aves del cielo, te lo dirán.
Los que se arrastran por el suelo te lo enseñarán.
y los peces del mar te darán los detalles.
¿Quién no sabe entre las criaturas
que todo esto lo hizo la mano de Dios?
El, que tiene en su mano el soplo de todo viviente
y el espíritu de todo ser humano.
13 En él están la sabiduría y el poder,
a él pertenecen el consejo y la inteligencia.
14 Si El destruye, nadie puede reconstruir;
el prisionero que El tiene no será liberado.
Si retiene las aguas, viene la sequía;
15 si las deja correr, inundan la tierra.
16 Son suyas la fuerza y la prudencia,
él sabe quién se equivoca y quién lo hace errar.
17 A los ministros los hace andar descalzos,
y vuelve locos a los gobernantes.
18 El desabrocha el cinturón de los reyes,
y pone en sus caderas el taparrabo del cautivo.
19 Hace andar descalzos a los sacerdotes
y derriba a los poderosos.
20 Deja callados a los consejeros probados
y priva del recto juicio a los ancianos.
21 Extiende el desprecio sobre los nobles
y a los fuertes se les caen sus armas.
22 Saca de la oscuridad lo que estaba oculto
y saca a la luz lo que estaba en la sombra.
23 Engrandece a las naciones o las destruye,
ensancha a los pueblos o los suprime,
24 desanima a los jefes del país,
y los hace vagar por desiertos sin caminos;
25 caminan a tientas en tinieblas
y se tambalean como un ebrio.
Job sigue acusando a Dios. Enumera algunas de las injusticias que comprobamos diariamente. Después, en 12,14-25, observa que el poder de Dios se manifiesta más que todo por su acción devastadora. Vuelca la suerte de los poderosos, desvirtúa la sabiduría de los sabios y no deja que sus empresas tengan éxito.