1 La sabiduría construye su casa, y levanta sus siete columnas.
2 Sacrifica a sus animales y prepara sus vinos,
porque está preparando su mesa.
3 Manda sus sirvientes para que pregonen,
desde las terrazas de la ciudad alta:
4 ¡Dense una vuelta por aquí, ustedes que no saben!»
A los que no piensan en nada les dice:
5 «¡Vengan a comer mi pan
y a beber mi vino que he preparado!
6 ¡Dejen a un lado su locura y vivirán,
caminen por los caminos de la verdad!»
7 El que llama la atención a un burlón se atrae sus insultos; el que corrige a un malvado corre el riesgo de que lo humillen.
8 No reprendas al burlón, te ganarías un enemigo más; corrige al sabio, y te amará. 9 Dale al sabio y será más sabio; instruye a un hombre bueno y sabrá más.
10 El temor de Yavé es el principio de la sabiduría; conocer al que es Santo, eso es inteligencia. 11 Así es como prolongarás tus días y se te añadirán años de vida.
12 Si eres sabio, la sabiduría trabajará para ti; si eres un burlón, sólo tú pagarás las consecuencias.
13 La señora Locura es nerviosa, tonta e ignorante. 14 Se sienta a la puerta de su casa, en un trono, en lo alto de la ciudad. 15 Desde allí interpela a los transeuntes, a los que siguen derecho por su camino: 16 «¡Dense una vuelta por aquí, ustedes que nada saben!» A los que no piensan en nada les dice: 17 «¡El agua robada es más dulce, el pan que se come a escondidas es más sabroso!»
18 Pero los oyentes no saben que por allí andan rondando los muertos, y sus invitados descienden a los infiernos.
La Sabiduría no se conforma con enseñar, ahora invita al banquete para la inauguración de su casa.
Reconocemos aquí la invitación al banquete de Mt 22,4 y Lc 14. El pan y el vino de la Sabiduría serán un día el cuerpo y la sangre de Jesús (Jn 6).
Dios está constantemente presente en nuestra vida, se entrega a sí mismo y alimenta al hombre a través de todas las riquezas de la vida. Se nos invita a alargar la mano para tomar lo que Dios ofrece: no temamos que nos falten el amor y las razones para vivir y para luchar.
Tres enfrentamientos entre sabios y locos preparan al otro banquete, el de la Locura en 9,13. Ésta no ofrece nada, sólo revela el carácter diabólico del pecado: el agua robada es más dulce.