2 El joven se fue con el ángel y de- trás lo seguía su perro. Caminaron juntos y al cabo del primer día acamparon a orillas del Tigris. 3 El joven bajó al río para lavarse los pies, pero un gran pez salió del agua y casi le devora el pie. El joven se puso a gritar, 4 pero el ángel le dijo: «¡Péscalo, no lo dejes escapar!» El joven agarró al pez y lo lanzó a la orilla. 5 El ángel le dijo: «Abrelo, sácale la hiel, el corazón y el hígado y ponlos aparte antes de tirar las tripas. Pues, en realidad, son remedios muy útiles». 6 El joven abrió el pescado y le sacó la hiel, el corazón y el hígado. Coció un trozo de pescado para comérselo y guardó el resto para salarlo. Luego continuaron juntos su camino hasta Media.
7 Entonces el joven preguntó al ángel: «Hermano Azarías, ¿para qué sirven como remedio el corazón, la hiel y el hígado del pescado?» 8 Respondió: «El corazón y el hígado del pescado se queman delante de un hombre o de una mujer atormentados por un demonio o un mal espíritu, y cualquier mal desaparece completamente sin dejar huella. 9 La hiel sirve para curar los ojos cuando hay manchas en ellos. Basta con soplarla sobre las manchas para que desaparezcan.
10 Ya habían entrado a Media y se aproximaban a Ecbatana, 11 cuando Rafael dijo al joven: «¡Hermano Tobías!» Este respondió: «¿Qué quieres?» El ángel le dijo: «Esta noche vamos a alojarnos en casa de tu pariente Ragüel; es de tu familia y tiene una hija llamada Sara. 12 Fuera de Sara no tiene hijo ni hija, y tú eres su pariente más cercano. Ella te corresponde a ti por derecho propio y tú además tienes derecho a la herencia de su padre. Es una buena hija, valiente, muy linda y su padre la quiere mucho».
13 El ángel continuó: «Tú tienes que casarte con ella. ¡Escúchame, hermano! Esta noche hablaré de ella a su padre, para que sea inmediatamente tu novia, y cuan do volvamos de Ragués, haremos el casamiento. Te aseguro que Ragüel no tiene ningún derecho a negártela o a dársela a otro. Si así fuere, de acuerdo a la ley de Moisés, merecería la muerte apenas supiera que tú tienes la prioridad sobre cualquiera en la familia para casarte con su hija. Haz, pues, hermano lo que te digo.
14 Tobías respondió a Rafael: «Hermano Azarías, me han dicho que ella se casó siete veces y que sus maridos murieron uno tras otro la misna noche de bodas, cuando se acercaban a ella. Y oí decir que era un demonio quien les daba muerte. 15 ¡Tengo miedo! A ella el demonio no le hace nada porque la quiere, pero al que intenta acercarse a ella le da muerte. Ahora bien, yo soy el hijo único de mi padre, ¿quieres que muera y que mi padre y mi madre arrastren esa pena hasta su tumba? No tendrán otro hijo que los entierre».
16 El ángel respondió: «¿Te olvidas de las recomendaciones de tu padre? El te recomendó que te buscaras una esposa entre la familia de tu padre. Pues bien, escúchame, hermano, no te preocupes por ese demonio, y cásate con ella; te prometo que esta misma noche será tu esposa.
17 Pero cuando entres en la pieza, toma el hígado y el corazón del pescado y ponlos en las brasas del pebetero. El olor se extenderá, 18 y apenas lo sienta el demonio, saldrá huyendo. No lo volverán a ver nunca más cerca de la joven. Luego, cuando llegue el momento de consumir el matrimonio, pónganse, primero, los dos a orar: pídanle al Señor del Cielo que les dé su gracia y su protección. No temas, pues ha estado reservada para ti desde siempre y tú eres quien la va a salvar. Ella te seguirá y te dará hijos que serán como hermanos para ti.»
19 Al oír las palabras de Rafael, Tobías entendió que Sara era su hermana, una pariente de la familia de su padre y se enamoró de tal manera de ella que no dejaba de pensar en ella.