SOBICAIN

Centro Bíblico San Pablo

SOBICAIN / Centro Bíblico San Pablo

Biblia Latinoamérica

(101)

Oración de un afligido.

2 Señor, escucha mi plegaria, que mis gritos lleguen hasta ti.

3 No me escondas tu cara en el día de mi desgracia, vuelve tus oídos hacia mí el día que te invoco, apresúrate en responderme.

4 Pues mis días se esfuman, mis huesos se consumen como brasas; 5 como hierba segada, mi corazón se seca y hasta me olvido de comer mi pan; 6 con lo fuerte de mis sollozos, a través de la piel se ven mis huesos.

7 Me parezco al pelícano del desierto, soy como la lechuza de las ruinas.

8 Paso en vela gimiendo como un pájaro solo en un tejado.

9 Todo el día me insultan mis enemigos, los que me adulan maldicen de mí.

10 El pan que como es la ceniza, mezclo mi bebida con mis lágrimas, 11 debido a tu cólera y a tu furor pues me arrancaste y me tiraste al suelo.

12 Mis días son como la sombra que declina, y yo me voy secando como el pasto.

13 Mas tú, Señor, reinas para siempre, y te invocan por todas las edades.

14 Tú te levantarás, enternecido por Sión, pues ya es tiempo que de ella te apiades, ya ha llegado la hora; 15 tus siervos se encariñan con sus piedras y sienten pena al ver sus escombros.

16 Entonces los pueblos respetarán tu nombre, y todos los reyes de la tierra, tu gloria; 17 cuando el Señor reconstruya a Sión y se manifieste en su gloria, 18 cuando atienda la oración del despojado y no se haga sordo a su plegaria.

19 Escríbanlo para la nueva generación: un pueblo recreado alabará al Señor.

20 Pues se inclinó de lo alto de su santuario, desde los cielos miró el Señor a la tierra 21 para escuchar el gemido del cautivo y liberar a los condenados a muerte, 22 para que resuene en Sión el nombre del Señor y su alabanza, en Jerusalén.

23 Se reunirán entonces los pueblos y los reinos para adorar al Señor.

24 Agotó mi fuerza en el camino, y ha abreviado mis días, 25 pero yo digo: Dios mío, no me arranques a mitad de mis días, siendo que tus años corren de edad en edad.

26 Hace tiempo que fundaste la tierra, y los cielos son la obra de tus manos; 27 ellos perecerán, pero tú permaneces, todos se gastan como la ropa, los cambias como un vestido, y se mudan, 28 pero tú eres el mismo, tus años no se acaban.

29 Los hijos de tus siervos vivirán en ella y su raza siempre te servirá.

Sal 102,2

Dos poemas se mezclan en este salmo: la oración de un enfermo abandonado y una súplica por la reconstrucción de Jerusalén.

El versículo 10 dice: el pan que como es la ceniza, es decir, ayuno, he dejado el pan y me he cubierto de ceniza.

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