1 Se ha puesto Dios de pie en la asamblea divina
para dictar sentencia en medio de los dioses:
2 «¿Hasta cuándo juzgarán inicuamente
y tendrán miramientos con los malos?
3 Denle el favor al débil y al huérfano,
hagan justicia al que sufre y al pobre;
4 si los ven tan débiles e indigentes,
sálvenlos de la mano de los impíos».
5 Esta gente no sabe ni comprende,
no dan más que vueltas en sus tinieblas,
y las bases de la tierra se conmueven.
6 Había dicho: «Ustedes serán dioses,
serán todos hijos del Altísimo».
7 Pero ahora como hombres morirán
y como seres de carne caerán».
8 Oh Dios, ponte de pie, juzga la tierra,
pues tú dominas todas las naciones.
Dios convoca a los gobernantes del mundo, llamados «dioses», porque juzgar y gobernar a los hombres es propio de Dios, y los que desempeñan este cargo deben hacerlo en nombre de Dios. Dios recuerda los derechos sagrados del pueblo. Los gobernantes también son mortales y rendirán cuentas.
Las bases de la tierra se conmueven. Se olvidan los fundamentos de la moral, mientras reina la corrupción; ya ni siquiera se toma en cuenta lo estrictamente necesario para que un pueblo viva: los hijos, la familia, la obediencia, el trabajo, el sentido del servicio y del sacrificio. La Biblia no separa el mundo físico del mundo moral: el mal de los hombres destruye el orden de la naturaleza y provoca las catástrofes.