1 La ciudad que fundó en los montes santos,
2 las puertas de Sión, ama el Señor
más que todas las moradas de Jacob.
3 De ti se dicen cosas admirables,
ciudad de Dios.
4 Hablamos entre amigos de Egipto y Babilonia,
luego, de Tiro, Filistea y Etiopía:
tal y cual han nacido aquí o allá.
5 Mas de Sión se dirá: «Es la madre,
porque en ella todos han nacido
y quien la fundó es el Altísimo».
6 El Señor inscribe a los pueblos en el registro:
«Este en ella nació, éste también».
7 Mientras tanto en ti todos se alegran
con cantos y con bailes.
También éstos nacieron en ella. Dios mira a todos los pueblos de la tierra y los inscribe en su libro como si fueran hijos de su Ciudad Santa.
Pero de Sión se dirá: «es la madre». En la Iglesia se realiza la vocación maternal de Jerusalén, y la viva imagen de la Iglesia es María, madre de todos los creyentes.
No digamos que los hombres de cualquier religión pertenecen a la Iglesia sin saberlo. Sólo al fin de la historia ella será el centro de todos los problemas de la humanidad. Y es en la post-Iglesia donde todos juntos se alegran, cantan y bailan.