1 En cuanto a la ayuda a los santos, a nuestros hermanos, no es necesario que se la recomiende, 2 pues conozco su buena disposición, y lo dije con orgullo ante los macedonios: «En Acaya están preparados para la colecta desde el año pasado.» Y el entusiasmo de ustedes fue un estímulo para la mayoría de ellos. 3 Ahora, pues, les envío a estos hermanos nuestros. ¡Ojalá que todo lo bueno que he hablado de ustedes al respecto no quede desmentido! Como les digo, estén preparados, 4 no sea que, al llegar conmigo los de Macedonia, los encuentren desprevenidos. ¡Sería para mí una vergüenza, por no decir para ustedes!
5 Por eso me pareció necesario rogar a nuestros hermanos que se me adelantaran y fueran a verlos para organizar esa largueza que se había acordado. Bien preparada, demostrará ser una largueza y no una tacañería.
6 Miren: el que siembra con mezquindad, con mezquindad cosechará, y el que siembra sin calcular, cosechará también fuera de todo cálculo. 7 Cada uno dé según lo que decidió personalmente, y no de mala gana o a la fuerza, pues Dios ama al que da con corazón alegre. 8 Y poderoso es Dios para bendecirles de mil maneras, de modo que nunca les falte nada y puedan al mismo tiempo cooperar en toda obra buena.
9 La Escritura dice: Repartió, dio a los que tenían hambre; sus obras buenas permanecen para siempre.10 Si Dios proporciona la semilla al que siembra y el pan que va a comer, les dará también a ustedes la semilla y la multiplicará, y hará crecer los brotes de sus virtudes. 11 Sean ricos en todo, den con generosidad, y nosotros lo transformaremos en acciones de gracias a Dios.
12 Pues este servicio de carácter sagrado no sólo proporcionará a los hermanos lo que necesitan, sino que de él resultarán incontables acciones de gracias a Dios. 13 Este servicio será para ellos una prueba concreta: darán gracias a Dios porque ustedes son consecuentes con el evangelio de Cristo y saben compartir generosamente con ellos y con todos. 14 Rogarán a Dios por ustedes y les tendrán cariño por la maravillosa gracia que derramó sobre ustedes.
15 Sí, ¡gracias sean dadas a Dios por este don inestimable!
Pablo vuelve a hablar de la colecta como si no lo hubiera hecho en el capítulo anterior. Algunos piensan que al mismo tiempo que Pablo escribía a los Corintios, animándolos a que fueran generosos (cap 8), hacía lo mismo con un mensaje destinado a las Iglesias de Acaya (la provincia en la que estaba Corinto). A lo mejor este segundo mensaje fue puesto más tarde aquí porque se trataba del mismo tema (cap. 9).
En el cap. 8,18 Pablo alude sin duda a Lucas, quien probablemente no había publicado todavía su Evangelio, pero que ya ayudaba a las Iglesias a entregarlo.