SOBICAIN

Centro Bíblico San Pablo

SOBICAIN / Centro Bíblico San Pablo

Biblia Latinoamérica

1 Carta de Pablo, preso de Cristo Jesús, y Timoteo nuestro hermano, a Filemón, nuestro querido compañero de trabajo, 2 a nuestra hermana Apia, a Arquipo, fiel compañero en nuestras luchas, y a toda la comunidad que se reúne en su casa:

3 Tengan gracia y paz de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús el Señor.

4 Doy gracias sin cesar a mi Dios al recordarte en mis oraciones, 5 pues oigo alabar el amor y la fe que te animan tanto hacia el Señor como en beneficio de los santos. 6 Ojalá ese tu carisma te lleve al conocimiento de todo lo bueno que tenemos en Cristo. 7 Pues tuve mucho gozo y consuelo al tener noticias de tu caridad, ya que nuestros hermanos se sienten confortados por ti.

8 Por eso, aunque tengo en Cristo plena libertad para ordenarte lo que tendrías que hacer, 9 prefiero pedírtelo por amor. El rogante es Pablo, ya anciano, y ahora preso por Cristo Jesús, 10 y la petición es para mi hijo Onésimo, a quien transmití la vida mientras estaba preso.

11 Este Onésimo por un tiempo no te fue útil, pero ahora te va a ser muy útil, como lo ha sido para mí. 12 Te lo devuelvo; recibe en su persona mi propio corazón. 13 Hubiera deseado retenerlo a mi lado para que me sirviera en tu lugar mientras estoy preso por el Evangelio. 14 Pero no quise hacer nada sin tu acuerdo, ni imponerte una obra buena, sino dejar que la hagas libremente.

15 A lo mejor Onésimo te fue quitado por un momento para que lo ganes para la eternidad. 16 Ya no será esclavo, sino algo mucho mejor, pues ha pasado a ser para mí un hermano muy querido, y lo será mucho más todavía para ti. 17 Por eso, en vista de la comunión que existe entre tú y yo, recíbelo como a mí mismo. 18 Y si te ha perjudicado o te debe algo, cárgalo en mi cuenta. 19 Yo, Pablo, lo escribo y firmo de mi propia mano; yo te lo pagaré... sin hablar de la deuda que tienes conmigo, y que eres tú mismo.

20 Vamos, hermano, espero de ti este servicio en el Señor; reconfórtame en Cristo.

21 Te escribo con plena confianza en tu docilidad; sé que harás mucho más de lo que te pido. 22 Además, prepárame alojamiento, pues, gracias a la oración de todos ustedes, espero serles devuelto.

23 Te saluda Epafras, mi compañero de cautividad en Cristo Jesús, 24 y también Marcos, Aristarco, Demás y Lucas, mis ayudantes.

25 Que la gracia de Cristo Jesús, el Señor, esté con ustedes. Amén.

  • Carta a los Colosenses 4,10
  • Carta a los Filipenses 1,7
  • Carta a los Romanos 16,5
  • Primera Carta a los Corintios 16,19
  • Primera Carta a los Corintios 4,15
  • Carta a los Colosenses 4,9
  • Primera Carta a los Corintios 7,22
  • Primera Carta a Timoteo 6,2
  • Carta a los Colosenses 4,12
  • Carta a los Colosenses 4,14
Filem 1,1

Filemón de Colosas tenía un esclavo de nombre Onésimo; ¡hermoso nombre para un esclavo, pues Onésimo quiere decir «útil»! Onésimo se escapa y se va a Roma, donde espera des aparecer en medio de la muchedumbre de la gran ciudad. Por casualidad y felizmente para él, se encuentra con Pablo, a quien había conocido en casa de su amo.

En ese momento Pablo está preso en Roma, pero goza de algunos privilegios, como poder salir acompañado de un policía. Onésimo se convierte y es bautizado. Después de lo cual Pablo lo hace repatriar a casa de su antiguo amo con una carta de recomendación que es la que leemos aquí.

Es interesante comparar esta carta de Pablo con otra escrita algunos años antes por Cicerón en favor de un esclavo que estaba en idéntica situación. El gran humanista pagano pide el perdón para el culpable; Pablo, en cambio, pide que el esclavo sea considerado como un hermano e incluso sugiere que sea liberado (21).

Ya hemos hablado de los consejos que daba Pablo a los esclavos en Col 3,22. Durante los primeros años de la Iglesia, el descubrimiento de una vida nueva en Cristo parecía de una importancia tan superior que todo lo demás, ser esclavo o libre, no tenía gran importancia (véase 1 Cor 7,17).

En aquella época nadie pensaba en la posibilidad de un cambio en las estructuras sociales: ¡había esclavos, y los habría siempre! En realidad la esclavitud iba a durar en occidente hasta la invención de nuevos métodos para utilizar la fuerza animal. Además, los cristianos eran una minoría sin influencia. Pero antes de que se pensara en cambiar las leyes, los cristianos, guiados por su fe, se negaban a tratar a los esclavos como «objetos» o como seres inferiores; y cada vez con más frecuencia los amos, en la Iglesia, renunciaban espontáneamente a sus derechos y liberaban a sus esclavos.

Muchas personas piensan que la comunidad cristiana no tiene nada que decir en lo que se refiere a sus responsabilidades en la sociedad; pero aquí vemos, por el contrario, cómo Pablo compromete a toda la comunidad en el problema de Filemón.

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