Los dos caminos.
Lo que uno siembra en su vida, lo habrá de cosechar . Los que observan la ley de Dios tendrán la felicidad en esta vida y en la otra. Los que la rechazan no prosperarán. Este primer salmo nos habla de la felicidad, al igual que el primer discurso de Jesús que comenzará con: ¡Dichosos!
1 Dichoso el hombre que no va a reuniones de malvados, ni sigue el camino de los pecadores ni se sienta en la junta de burlones, 2 mas le agrada la Ley del Señor y medita su Ley de noche y día.
3 Es como árbol plantado junto al río, que da fruto a su tiempo y tiene su follaje siempre verde. Todo lo que él hace le resulta. 4 No sucede así con los impíos: son como paja llevada por el viento.
5 No se mantendrán en el juicio los malvados ni en la junta de los justos los pecadores. Porque Dios cuida el camino de los justos y acaba con el sendero de los malos.
El tema de los dos caminos se encuentra en muchos lugares de la Biblia (Deut 30,15; Jer 21,8; Pro 4,18; Mt 7,13). Se refiere a nuestra responsabilidad personal, la que se dará a conocer claramente el día del Juicio. Aunque a veces pareciera ser lo contrario, la verdadera felicidad se da a los que son fieles a la voluntad de Dios.
Jesús es por excelencia el árbol verde y fecundo. En el árbol de la Cruz madura todo lo bueno, grande, hermoso, santo... del corazón del hombre.
