1 Miriam y Aarón murmuraban contra Moisés porque había tomado como mujer a una cuchita (del territorio de Cuch).2 «¿Acaso Yavé, decían, sólo hablará por medio de Moisés? ¿No habló también por nuestro intermedio? Y Yavé lo oyó.3 Ahora bien, Moisés era un hombre muy humilde. No había nadie más humilde que él en la faz de la tierra.4 De repente Yavé les dijo a Moisés, Aarón y Miriam: «¡Salgan los tres del campamento y vayan a la Tienda de las Citas!» Salieron pues los tres.5 Entonces Yavé bajó en la columna de nube y se puso a la entrada de la Tienda. Llamó a Aarón y a Miriam, quienes se acercaron.
6 Yavé les dijo entonces: «Oigan bien mis palabras:
7 Pero no ocurre lo mismo con mi servidor Moisés;
8 y le hablo cara a cara.
9 La cólera de Yavé se encendió contra ellos, y se retiró.10 Cuando se disipó la nube que estaba encima de la Tienda, Miriam había contraído la lepra: su piel estaba blanca como la nieve. ¡Aarón se volvió hacia ella y se dio cuenta de que estaba leprosa!
11 Aarón le dijo entonces a Moisés: «Te lo suplico, Señor, no nos hagas pagar este pecado, esta locura de la que estábamos poseídos.12 Que no sea como el aborto cuyo cuerpo ya está medio destrozado cuando sale del vientre de su madre».13 Entonces Moisés le suplicó a Yavé: «¡Por favor, detente! ¡Sánala!»14 Pero Yavé le respondió a Moisés: «Si su padre la hubiera escupido en la cara, habría tenido que esconderse de vergüenza durante siete días. Que sea pues excluida del campamento por siete días, después de lo cual se reintegrará.»15 Miriam quedó pues fuera del campamento por siete días, y mientras ella no regresara el pueblo no se movió.16 Entonces el pueblo partió de Jaserot y acampó en el desierto de Parán.
Este nuevo episodio confirma ya sea la autoridad incuestionable de Moisés como la superioridad del conocimiento que recibió de Dios. No se niega el carisma de Aarón, “hermano” de Moisés, como tampoco el de su hermana Miriam, pero únicamente Moisés tuvo visión clara, muy distinta de los sueños y visiones simbólicas de los profetas (Éx 33,18). El autor cuida minuciosamente los matices, pues si bien ha hablado de visión clara, inmediatamente equilibra esa afirmación con otra aparentemente contraria: únicamente Moisés contempla la imagen de Yavé.
El Éxodo sólo habla de una esposa madianita de Moisés (Éx 2,21). Cuch en la actualidad es de Etiopía. Aquí la palabra Cuch podría ser un error del texto en vez de Cusán, grupo relacionado con Madián en Hab 3,7. El “matrimonio” podría tener un sentido simbólico como se da en otros lugares: Aarón el sacerdote y Miriam la profetisa exigen a Moisés que rompa con los madianitas, y sería otra versión del suceso al que se refería el Éx 18,2.