3 Oh Dios, por tu Nombre sálvame; por tu poder hazme justicia.
4 Oh Dios, escucha mi plegaria, escucha las palabras de mi boca, 5 pues se alzan contra mí los arrogantes y buscan mi muerte los violentos, hombres para los cuales Dios no cuenta.
6 Pero a mí Dios me ayuda, entre los que me apoyan está el Señor.
7 Que el mal recaiga sobre los que me espían; destrúyelos, Señor, pues tú eres fiel.
8 Te ofreceré de buena gana un sacrificio y alabaré tu nombre, porque es bueno, 9 pues me has sacado de cualquier angustia y he visto humillados a mis enemigos.
En el versículo 1 vemos que el Nombre de Dios y su poderosa intervención son casi la misma cosa (véase Mc 16,17; He 3,6; Fil 2,9). Pongamos nuestra confianza en el nombre de Jesús y nuestra oración no será en vano.