1 ¡Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra!
2 Canten al Señor, bendigan su nombre,
su salvación anuncien día a día.
3 Cuenten su gloria a las naciones
y a todos los pueblos sus maravillas.
4 Porque el Señor es grande
y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.
5 Pues son nada esos dioses de los pueblos,
mas el Señor es quien hizo los cielos.
6 Honor y Majestad van precediéndole,
y en su santuario están Fuerza y Esplendor.
7 Ríndanle al Señor tribus y pueblos,
ríndanle al Señor gloria y poder.
8 Ríndanle al Señor la gloria de su nombre.
traigan la ofrenda y entren en su templo.
9 Adoren al Señor en el atrio sagrado,
tiemblen ante él, pueblos de toda la tierra.
10 «El Señor reina», anuncien a los pueblos,
él fijó el universo inamovible,
él juzgará a los pueblos con justicia.
11 ¡Gozo en los cielos, júbilo en la tierra,
bramido del mar y del mundo marino!
12 Muestren su júbilo el campo y todos sus frutos,
lancen vivas los árboles del bosque
13 delante del Señor, porque ya viene,
porque ya viene a juzgar a la tierra.
Al mundo con justicia juzgará,
y a los pueblos, según su verdad.
A continuación presentamos una oración medieval: Cristo reina desde su cruz.
Acuérdate de mí, Señor, cuando estés en tu reino», decía el ladrón. Te había visto quizá iluminar a los ciegos o resucitar a los muertos. Quizá entonces no te había adorado. Pero cuando te ve suspendido en el madero, te adora: «Señor, acuérdate de mí cuando estés en tu reino.» Lo que no habían podido hacer tus milagros, lo hizo tu cruz. Te reconoció con más seguridad y perfección en la cruz que en la predicación y los milagros. ¡Poder de la cruz, triunfo del crucificado!
Señor buenísimo, ¿qué contestas al ladrón suplicante? «Hoy estarás conmigo en el Paraíso.»