1 Bildad de Suaj tomó la palabra y dijo:
2 «El tiene con qué imponerse y hacer temblar,
hace él reinar la paz en las alturas.
3 ¿Se pueden acaso contar sus tropas?
¿Sobre quién su luz no se levanta?
4 ¿Cómo puede un hombre justificarse ante Dios?
¿Cómo será puro el que nació de mujer?
5 Si ni la luna es clara,
ni las estrellas son puras a sus ojos,
6 ¡cuánto menos el hombre, este gusano,
el hijo del hombre, esta lombriz!
Bildad nos ofrece una nueva presentación de la esplendidez del mundo. La gente de ese tiempo tenía ideas todavía muy primitivas sobre el origen del mundo. Se conformaban con las leyendas de los pueblos vecinos, cananeos, caldeos, que mostraban al universo organizado por los dioses después de haber destruido a los monstruos del caos. Los judíos, durante mucho tiempo, dijeron cosas bien parecidas; se conformaban con borrar de las leyendas lo que recordaba a los dioses paganos y hablaban de una primera victoria de Yavé en los orígenes del universo. Ver también Isaías 51,9.
Con posterioridad a esos poemas fue escrito el primer capítulo del Génesis, en que se purifica la noción de Dios Creador. Dios hizo todo desde el comienzo, y por su sola palabra.